Choomana

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Descripción:

Hobie besa a un herido Pavitr.


Sujetó con fuerza el brazo que rodeaba su cuello, mientras ayudaba al cuerpo que sostenía a impulsarse de nuevo hacia arriba. Quizá con demasiada fuerza, porque escuchó enseguida a Pavitr quejarse y murmurar un «madarchod» al que ya estaba acostumbrado. A lo que no estaba acostumbrado era a la lluvia. O, más bien, a la combinación. ¿Cargar cuerpos malheridos? Evento de casi todos los días cuando eras Spider-Man y tenías una Spider-Banda, incluso él estaba acostumbrado a ser el cuerpo malherido arrastrado. ¿Patear traseros nazis bajo la lluvia? Sería una pasión suya, de no ser porque solo llovía en verano, y a veces. ¿Pero cargar un cuerpo malherido bajo la lluvia? No podía decir que lo hizo muchas veces.

En realidad, la única vez que estaba recordando era la misma que estaba viviendo. Porque Pavitr era el cuerpo malherido. No sabía exactamente cómo lidiar con eso, cómo lidiar con la sensación de genuino malestar crepitante en él. Ni siquiera sabía por qué la sentía.

O puede que sí lo supiera, y solo se engañaba a sí mismo con excesiva constancia cada vez que el pensamiento emergía a su cerebro consciente. Ser idiota ignorante era mejor que ser idiota anhelante, después de todo. Eso decían otro idiotas.

Hobie era «otros idiotas».

Por fortuna, ya no tendría que pensar en eso —se obligaría a ello—, con la casa de Pavitr a la vista; o lo mucho que podía ver con los visores de la máscara empañados y cubiertos de agua.

Se detuvo a unos pasos de la puerta y soltó el brazo de Pavitr, que enseguida cayó al costado. Pavitr se quitó la máscara, dejando perfectamente visible la cortada rodeada de hematoma en su mejilla. Hobie se mordió el labio por un segundo, luego se quitó la máscara también y decidió abrir la boca:

—Sé más cuidadoso la próxima vez, ¿hm?

Chup —gruñó Pavitr, en lo que Hobie supuso era una combinación de dolor físico y exasperación, de la cual él era orgulloso generador. Relajó el semblante después, o lo mucho que podía relajar cualquier parte del cuerpo estando así, y añadió: —Gracias.

No sabía cómo responder a eso, así que no lo iba a hacer.

—¿Qué vas a decirle a tu tía?

—Accidente en la práctica de criquet. —Pavitr se encogió de hombros. —Ya pensaré en algo.

Estaba claro que no. Hobie sabía que eso es lo que saldría de la boca de Pavitr en cuanto su tía Maya lo viera entrar por la puerta, y que ella no iba a reaccionar para nada bien. Algunas mentiras no se le daban tan bien al genio del grupo.

—Eres el perfecto retrato de un sujeto que acaba de ser pateado en el culo incontables veces, Pav.

Pavitr suspiró, derrotado. O cansado de tenerlo a él enfrente, cualquiera de las dos.

—Al menos la lluvia se deshizo de la sangre.

Eso no deshacía el hecho de su aspecto horrible, pero Hobie no quería discutir más allá de lo evidente y de que estaban exponiéndose innecesariamente a la lluvia que no iba a ceder pronto. Así que solo hizo una mueca que Pavitr vio muy bien y decidió ignorar, moviendo su mirada hacia otro lado de la calle.

—Como sea, aún así debes darte un baño.

Pavitr no respondió.

Pav.

Jo bhi ho. —Pavitr volvió a mirarlo, con los labios fruncidos.

No debió fijarse en eso. No debió fijarse en esa mueca, sino concentrarse en lo jodido que se encontraba Pavitr, en la frustración y fastidio de la expresión y entender que debía largarse de una buena vez, que su trabajo y ayuda ahí ya habían finalizado; pero el cabello de Pavitr se le pegaba empapado al rostro, como si en él tuviera una lluvia personal, y una gota le recorrió el contorno de la nariz hasta los labios. El corazón de Hobie se aceleró, el golpeteo contra las costillas convertía su cuerpo en un gran excitado pulso.

Quería besarlo.

Iba a besarlo.

Lo estaba besando.

Estaba besando a Pavitr.

El sabor de herida y lluvia no subyugaban el sabor de Pavitr, lo intensificaban. Hobie simplemente sabía que era el sabor de Pavitr el cosquilleante calor en sus labios y lengua, aunque nunca antes lo hubiera saboreado, y cuando sintió un calor ajeno en sus brazos, brazos que se habían movido por alguna razón y cuyas manos tomaban a Pavitr por los hombros, se dio cuenta que Pavitr estaba correspondiendo. Lo estaba besando de vuelta.

Las manos de Pavitr acariciaban sus codos y tiraban de él sin nada de fuerza, y aún así Hobie se encorvaba mientras él jalaba a Pavitr, jalaba el calor y los labios y cualquiera que fuera el sentimiento que había entre ellos.